martes, 9 de octubre de 2012

Karen llora en un bus (2011)



En el mundo audiovisual hay tantos personajes como historias,  solo algunos de ellos se vuelven inolvidables; los recordamos por las sensaciones que dejaron en nosotros, por la emoción buena o mala que en algún punto de la película llegaron a transmitirnos; se establece una conexión que  solo es posible cuando lo que vemos en la pantalla no es un actor disfrazado de personaje, si no cuando nos presentan una cara de realidad, de humanidad…que piensa, siente y decide.

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Karen llora en un bus (2011) es la ópera prima del director colombiano Gabriel Rojas Vera; es una historia sencilla y cotidiana, pero que logra meternos dentro del mundo de esta mujer, no necesitamos tener problemas conyugales para entender y sentir su frustración.

En esta película cobra vida una protagonista real, que no es siempre buena, ni siempre mala, es ante todo un ser humano con diversas  facetas y  motivaciones muy personales; alguien que de cara a  diferentes situaciones reacciona, y al final la conocemos tanto que sabemos, o al menos intentamos deducir cómo va a responder.

Es evidente el cuidado y la planeación que tiene este personaje, pues es tan clara y contundente  la evolución por la cual pasa que no quedan dudas de su conflicto; Karen poco habla, pero sí actúa, lo que no nos cuenta con palabras lo hace con sus decisiones; además, no conocemos su pasado, no sabemos de dónde viene, ni qué hace, es más, su característica principal es justamente ésa: que no hace nada, no tiene una profesión, ni un oficio claro; solo tenemos su presente para conocerla.

Cada acción que realiza nos muestra el momento por el que está pasando, al principio es amargada y mezquina con las incomodidades con las que se encuentra (es su estatus quo), luego la vemos bañarse con agua fría y tomando cerveza (está cambiando y superando su conflicto), al final es capaz de matar a la cucaracha que sale en el baño y se hace un nuevo corte de cabello radicalmente diferente al que siempre ha tenido (venció sus miedos y es una persona nueva).

Este protagónico  y el tratamiento que se le da, es la razón por la cual nadie se identifica con ciertos personajes flojos que hay por ahí, porque al contrario de éste, son planos, tienen una sola cara, no deciden y no dan muestra alguna de voluntad.

El problema de Karen nunca  fueron los hombres, fue ella misma, y ahora luego de enfrentarse a su pasado y de darle cara a su presente, ella sonríe y es otra la que llora en un bus.



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