The Intouchables (2011) es una película dirigida por los franceses Oliver
Nakache y Eric Toledano; Está basada en
una historia real que muestra cómo surge una amistad entre dos
hombres de condiciones socioeconómicas muy diferentes; aunque la situación de
ambos personajes está marcada por dramas familiares y personales muy complejos,
hay una comedia exitosamente lograda que invita reírse de sí mismo.
Ludovico Einaud, creador de la banda sonora de la película, es un pianista y compositor italiano, quien también fue el encargado de la música
en largometrajes
como This is England (2004) y Doctor Zhivago (2002).
Durante
toda la película hay contrastes musicales muy claros, estos además de marcar el
ritmo de la historia, refuerzan en gran medida la personalidad de los
protagonistas, pues narrativamente existen motivos y situaciones
trascendentales que tienen que ver con el tipo de música que cada uno escucha.
Philippe
es un hombre adinerado y culto, con un gusto claro por la música clásica y la
ópera, esta condición de caracterización del personaje determina muchas de las
piezas musicales que se pueden escuchar en la película. En una escena, Philippe
busca que Driss se acerque un poco más a este tipo de composiciones y autores, y
pide a los músicos que están en su fiesta de cumpleaños interpretar algunos
temas clásicos, entre esos Verano de Vivaldi, luego espera que Driss
identifique las sensaciones que le produce cada pieza musical.
Hay
un instrumento que está presente a lo largo de la película, desde la primera
escena suenan notas de piano, éstas se aparecen de forma recurrente en el
desarrollo de la historia. Me gustó mucho la relación que existe entre la banda sonora y el arco del
personaje de Driss, porque al principio cuando aún era un joven grosero y
descortés sonaban canciones de ritmo rápido y en inglés, a medida que el
conflicto se desarrolla y él va cambiando muchas actitudes que tenía con su
familia y con Philippe, el piano se convierte en el encargado de acompañar
estas escenas de una forma sutil y con un ritmo más lento.
El
tipo de narrativa que maneja The
Intouchables es una estructura circular, pues al final de película volvemos
a la primera escena, pero esta persecución policial ya no está musicalizada por
una canción contemporánea si no que las notas del piano se intensifican y
acompañan a los personajes hasta el final, cuando Philippe por fin tiene su
cita anhelada y se despide de Driss.
La posibilidad que tiene una historia para ser creída, no depende de qué tan reales son las situaciones que allí suceden, ni de qué tanta cercanía guardan con la concepción del mundo que tenemos. La capacidad de ser verosímil solo es posible cuando hay un universo claramente establecido que responde a una lógica propia, y cuyos personajes trascienden en el imaginario de quien observa.
Cinco minutos después de iniciada la película ya sabemos dónde se desarrolla la trama, quiénes son los personajes principales y cuáles son las reglas de juego que rigen su relación; además está impecablemente presentado el punto de vista protagónico desde el cual está narrada la historia.
Desde la primera escena, la voz en off de Renton nos introduce a la Escocia irreverente y absurda de Trainspotting, la vida la empezamos a ver a través de los ojos de este joven adicto a la heroína que logra volvernos cómplices en su proceso de rehabilitación.
Disfruto mucho del ritmo frenético en el que está montada la película, aquí el equilibrio lo llevan los cientos de planos cortos y cortes directos que exitosamente fueron puestos unos tras otros. A pesar de ser una historia lineal que se desarrolla en tiempo presente, el director recrea con varias elipsis una serie de pequeños saltos temporales que a diferencia de ser flash backs o flash forwards, se convierten en presentes paralelos, siempre coherentes con la trama.
El arco del personaje es evidente, basta con observar la primera y la última escena para entender que Renton decide “elegir una vida” común, como la que la mayoría de nosotros quiere tener junto a un empleo, una casa, una familia, un televisor, etc. Visualmente es muy clara la transición desde el estatus quo en donde Renton inicia su proceso y cuando todo era caos, heroína y sexo, hasta que vemos cómo se transforma en una persona más “normal”, alguien que ya no corre por las calles de Edimburgo escapando de la policía, si no que camina tranquilamente por Londres, sonriente y con el dinero que le robó a sus amigos.